La Comisión Ejecutiva Federal del PSOE se apoyó ayer en un estudio elaborado por un grupo de cuatro catedráticos de Derecho Constitucional para anunciar la presentación de «cuantas enmiendas considere necesarias» a la propuesta de reforma del Estatut de Catalunya, a fin de «modificar y mejorar» «numerosos aspectos» del texto aprobado por el Parlament catalán con el refrendo del 90% de sus integrantes. En la redacción del informe se observa que Francisco Balaguer Callejón, Javier García Roca, Manuel Medina Guerrero y Alejandro Saiz Arnaiz concluyen que hay determinados aspectos sustanciales del Estatut que chocan incluso con las lecturas más abiertas de la Constitución española.
Lo que sucede, y el PSOE lo sabe aunque rehuya la cuestión de fondo, es que este no es un debate técnico o de expertos, sino un debate político de gran calado. Porque si el texto del proyecto de reforma del Estatut choca con la Constitución española pueden hacerse dos cosas, o cambiar la propuesta estatutaria o cambiar la Constitución. Y esa es una elección política.Por mucho que pretendan alejar el momento en el que habrá que coger ese toro por los cuernos, lo que cada vez resulta más evidente es que las ansias de la ciudadanía catalana, como tampoco de la vasca, encajan en los estrechos marcos que delimita la Constitución española. Es probable que con un ejercicio de pragmatismo por las dos partes, finalmente salga de las Cortes una reforma estatutaria que sea aceptada por la mayoría de la sociedad catalana, pero quedará latente el problema de fondo que volverá a reaparecer al cabo de unos años.
El actual modelo autonómico del Estado español hace agua. Y si ahora se pone un parche en Catalunya pronto volverá a abrirse otra vía. Sirva como ejemplo el que hoy se cumple un nuevo aniversario del referéndum del Estatuto de la CAV y sólo lo celebran los grandes partidos españoles PP y PSOE mientras el resto de las fuerzas, entre ellas todas las abertzales, observan la fecha con absoluta indiferencia.En Euskal Herria las miradas están puestas en un proceso más profundo que una reforma estatutaria. Y si se alcanza un acuerdo para dar salida a un conflicto enquistado durante demasiados años, la Constitución no podrá ser ni límite ni freno. -
¿Un editorial de quién?
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