11/11/2005

El entero control del medio.


Suelo tener oportunidad de observar los desayunos de TVE a las nueve de la mañana, espacio informativo con tres tertulianos y la presentadora. La pluralidad española ahí está representada por cuatro personas dedicadas en cuerpo y alma a denigrar al PP y una entrevista a dos invitados.
Hoy, eran los presidentes de la Loapa y de la Concapa, dos organizaciones educativas una laica "progresista" y otra de inspiración católica.
El representante de la religiosa ha tenido un discurso muy brillante y en su intervención ha efectuado una crítica demoledora perfectamente argumentada sobre la Logse y la nueva ley que venía a desmontar cualquier argumento maniqueo de la progre, ésta al final y ante su evidente incapacidad de contestar a ninguno de los varios argumentos que el otro mostraba se limita a soltar un" bueno, está claro que somos las dos españas y que usted habla desde otra ideología, lo que les pasa es que ustedes no han digerido la derrota de las elecciones" y se queda tan pancha la señora o señorita. Por si no ha quedado clara su postura, añade otro par de insultos que no reproduzco y tras ella se lanzan sobre él los otros tres tertulianos capitaneados por la presentadora para tapar su voz al intentar responder con más insultos y descalificaciones gratuítas.
Leo esta tarde a Pio Moa comentando los consejos del partido a sus cuadros y simpatizantes para responder a los críticos al totalitarismo; -Para estos intelectuales no cuenta la verdad, sino tan sólo unos imaginarios "intereses de clase" defendidos por ellos, nos informan. Por consiguiente, su actitud ante las tesis contrarias no tiene que ver con la crítica intelectual, buscando más bien identificar al adversario con los "intereses de los explotadores", o con el franquismo, y enterrarlo en el "basurero de la historia". En otro tiempo lo explicaban los partidos comunistas: "Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente".

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