Ojeando un conocido foro tardoestalinista antiPP encuentro un texto revelador;
Noticias como la defenestración de los consellers republicanos del gobierno de Maragall, o el agravamiento del problema de la presunta gran estafa filatélica, o la llegada a Sevilla de la copa de la UEFA, suponían todo un muro de atención que hacía más pequeña, si cabe, la política mendaz y cicatera del PP en torno a los policías que detuvieron a sus militantes. Había que hacer algo más sonado para invertir el orden de prelación de los telediarios.
La punta de lanza fue, nuevamente, el bufón Martínez Pujalte...
Debo reconoceros que escribo esto intentando despejar mi estupor para llegar al lugar del cerebro donde se asienta la razón serena.E intento recordar. El ministro José Antonio Alonso había acudido al Parlamento para solicitar la aprobación de un nuevo envío de tropas a Afganistán, para reforzar la seguridad de nuestros soldados allí destacados. Me imagino allí de soldado, comiendo polvo, durmiendo en tienda de campaña, a miles de kilómetros de distancia de mis seres queridos, en constante peligro para mi vida, contemplando por la televisión vía satélite cómo la extrema derecha de mi país perdía la compostura y la vergüenza, más preocupada por sus problemas domésticos que por mi vida. Cómo los cachorros de los viejos fascistas e hijos de puta se engolfaban en el insulto reiterado al ministro del Ejército llamándole fascista e hijo de puta. Cómo la otra camada que anida en la Asamblea de Madrid monta la pantomima de atarse simbólicamente unas esposas de juguete, olvidando que sus mayores a los que militábamos en otros partidos políticos nos las ponían de acero inoxidable como la antesala de una tortura que a menudo acababa en muerte. Estos señoritos, cristianos viejos, juegan desvergonzadamente con el valor de las palabras y con el sentido la Historia.
Miro a ver quien es el autor;
A los cinco años entré a estudiar en Las Carmelitas, a los siete, en Los Maristas, y a los diez, en Los Salesianos. Hasta que llegué a la Universidad no supe que dios no existía. Soy periodista desde hace 35 años. Entre otros oficios, fui el primer redactor de Cambio 16, director de la revista Ciudadano, jefe de Cultura de los telediarios de TVE, redactor jefe de la Gaceta de los Negocios y subdirector del diario El Sol. Y a todos ellos he sobrevivido. Y, además, soy lo que se dice un saco sin fondo de virtudes.
Pues vaya, ojeo su artículo de hoy, donde nos aclara que "el hijo de Manuel Broseta, secretario de Estado con UCD, asesinado por ETA en 1992. Lideraba el sector de víctimas que, como yo, a su vez se sienten víctimas del presidente actual de la Asociación de Víctimas del Terrorismo.
Pues perfecto don virtudes, de contraprogramación televisiva ya sabemos que sabes un rato, y al Broseta tampoco hace falta que nos aclares a quienes representa, a los odiandines como tú.
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