Sobre atolones
Historias de la mar salada
Como ya he comentado entré en la mercante al salir grillado de la mili, no entraré en mas detalles pero sírvase el detalle bien frío;Una mujer andaba por medio.
El caso es que sin un duro y deseoso de alejarme mucho de aquél cuartel de instrucción apestoso acabé recalando, cosas del destino, en algo muy parecido pero más mugriento.Un petrolero.
Nada más entrar en el barco, como en la mili, ya iba dando el cante. La edad, (en la mili mas viejo que los chavales de dieciocho años y en aquella megabañera oxidada idem de lienzo, los otros dos wipers (limpiadores) de la máquina eran unos críos de aldea y yo, con mis melenas y mis barbas quevedianas desentonaba nada más verme.
Así que en el barco decidí pasar inadvertido y no liarme con la peña, que luego pasa lo que pasa.
Tenía trescientos metros de cubierta para hacer footing, en proa no solía haber nadie nunca y se podía tomar el sol en pelotas y subir a lo alto de la cofa del palo encima del puente era una gozada, el mar redondo alrededor tuyo y la vista libre en todas direcciones, vasto el horizonte.
Lo del footing podía pasar, incluso lo de tomar el sol en pelota picada no bastó para que nadie en aquél mastodonte me hiciera indicación alguna, pero...lo de subir al puente causó mi primer roce con la tripulación, a los pocos días de embarcar.
-Oye bit, sueles sublir al puente, hablas con los oficiales...
-si claro, mola tío.
-ya, pues no debes subir, ¿sabes?
-perdón, me he perdido algo?
-joder, que tu eres un marinero, y los marineros no deben alternar con los oficiales, es de ley...
-Juer, que pasada, ¿de verdad te crees eso?
-¿cómo?
-nada, ¿sabes que te digo?, que te vayas a hacer gárgaras por donde has venido...
La cosa quedó allí y no fué a mayores, pero cuando entraba en el comedor o en la sala contigua ya se percibían miradas desaprobadoras y un plan cotilla de despelleje.
Aclaro que no he conocido ambiente mas porteril que los tripulantes de un barco.En un grupo cinco despellejan a un sexto que está ausente, cuando vuelve se pasa a despellejar a otro ausente o, si hay suerte y se levanta uno de los cinco que estaban al venir ese sexto, segun se levanta y se aleja dos pasos ya están despellejandole a él.
Con una naturalidad y de un espontáneo que yo flipaba en colores.
La cosa se agravó cuando en una partida de mus les machacamos a dos veteranos otro chaval y yo. Ya sabes que en el juego hay que controlar las emociones, aquellos cenutrios se enfadaron por que les ganábamos, la suerte del principiante y, acabaron picando como babosas a dos órdagos con los que les ultimamos.
Como en las películas oyes, tiraron la mesa y todo de lo enfadados que se pusieron y es que nosotros no podíamos parar de reir de lo cómicos que se veían, enfadados por perder una mano de mus.Uno era el mecánico con el que hacía pareja en el trabajo a menudo.
Gracias a dios no pasaron a dar guantazos y allí quedó aquello, para regocijo de los gallegos, los cuatro del mus éramos vascos claro, ellos jugaban al tute.
Como veía que se empezaba a generar tensión en el ambiente decidí recluirme en mi camarote y hacer vida de ermitaño pero...
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