12/31/2006

H.S. El vals de las gruas

Así que sin apenas tiempo para darme cuenta siquiera de dónde había estado aunque con dos espléndidas camisas de franela atravesamos de nuevo el charco por donde habíamos venido y, catorce días después entrábamos en Rotterdam a descargar el mineral que llenaba las bodegas.

Allí fui espectador de un vals muy peculiar interpretado por dos gigantescas gruas puente, provistas cada una de dos mandíbulas de acero similares a las palas de una excavadora pero de un tamaño verdaderamente descomunal.


En cada bocado cogían cien toneladas y sus centauros, que la guiaban desde lo alto en sus cabinas conseguían que se moviesen con una eficacia rayana en la perfección mas absoluta.

Desde lo alto las dejaban caer a plomo sobre la masa de mineral que se ofrecía con las bodegas abiertas. Su peso y la velocidad de la caída hacía que se hundieran al instante y antes de asentarse ya se estaban cerrando y, al mismo tiempo, la cabina comenzaba una loca galopada hacia el otro extremo, en el interior de un pabellón donde dejaba caer amontonándolo el mineral. Se utilizan grúas parecidas para descargar contenedores.

En pocos segundos estaba volando de vuelta, siempre con la inmensa tenaza colgando tras de si retrasada y, antes de llegar ya estaba soltándola de nuevo a plomo mientras describía un arco e iba a caer exactamente en donde quería el gruísta.

En seis horas habían sacado cincuenta mil toneladas cada uno y el barco salía pitando de allí rumbo esta vez a Liberia.

Nos dirigíamos a Monrovia, la capital de Liberia, que había salido en portada de una famosa revista poco antes de embarcar. Una foto que dió la vuelta al mundo. En la playa, unas gruesas estacas enhiestas en la arena a las que ataron a los ministros del gobierno con sus caros trajes para ejecutarlos. El protagonista, Samuel Doe, un joven sargento que se convertía en el primero de una larga saga que asolaría el país ininterrumpidamente hasta nuestros días. Allí cuando el sargento golpista se consolida surge otro sargento joven con ganas de mando y vuelta a empezar.

Otro mundo me esperaba.

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