12/31/2006

H.S. Liberia

Recuerdo el extraño aspecto de aquél mar cercano a la costa liberiana. Una calima cálida lo invadía todo, incluso el agua, turbia y mas parecida a la de un río que a la del mar atlántico que se suponía surcábamos. El calor pegajoso hizo acto de presencia. Como fantasmas aparecían piraguas de madera de un sólo pescador, increíblemente frágiles para aventurarse mar adentro, lejos unas de otras..

Dentro del barco las admoniciones y advertencias iban en aumento.
-Ni se os ocurra bajar aquí al puerto tan siquiera, los morenos están a pié de escalera esperando cazar incautos.¿Recuerdas Chumari a aquél gallego que por no dejarse quitar el rolex de oro se ganó un machetazo?
-Que si me acuerdo, (bueno yo no estaba pero me lo contó el piernas), una buena avería se llevo a casa el Tonino que creo que se llamaba.
-No, el Tonino es aquél que se cayó por la borda al muelle y se abrió la cebolla, aquél del peluco le llamaban "zurriagazos", por las melopeas que se pillaba...
-El que sea, da igual, la cosa es que en esta costa no se baja a tierra sin pedirle una pistola al viejo o de forma organizada, con el taxi a pie de barco.
-Si, que una escapada a la noche a casa Rosa hay que hacer, al menos unos cuantos...

A esa escapada me apuntaron, y como el menda se apunta a un bombardeo a casa Rosa que te fuimos.

Entramos por fin al puerto haciendo un zig zag surfero ya que en la misma bocana estaba hundido otro mercante y no era cosa de naufragar allí mismo por la cara.
Lo primero al atracar fue un vendaval de morenos cargados de langostinos frescos que recién habían pescado que venían a cambiarlos por bidones de plástico vacíos de los que teníamos bastantes guardados.Para ellos oro en paño, a cambio de lo que aquí tiramos allí nos poníamos ciegos de marisco extrasize, que menudos langostinos.

Tras el cambalache bajé al muelle a darme un garbeo por los alrededores, había un animado mercadillo allí cerca y pasé un rato catalogando el material hasta que me decidí por una caja de ébano y una estatuilla de un dios horripilante con tripa de embarazada que aún conservo. Al subir a bordo tras unas horas de paseo los comentarios eran sobre mi inconsciencia a lo que les respondí con mi análisis de la situación;
-Mirad chicos, vosotros bajáis a tierra exhibiendo vuestros rolex de imitación comprados en Rotterdam y las carteras bien abultadas de dólares en el bolsillo del pantalón. Así que no duráis ni dos minutos en esa jungla en la que con vuestro peluco se puede sobrevivir un mes cómodamente.Aquí la gente pasa hambre, pero si bajáis del barco sin tantos dorados y con unos pocos billetes en el bolsillo, lo justo, nadie tendrá interés en robarnos.
Me miraron como se mira a los locos y a los héroes, una mezcla de respeto y distanciamiento absoluto.

Esa noche salimos pues en comandita media docena, nos vino a buscar un taxi al muelle y nos llevó al puticlub de moda, el CasaRosa de marras, la tal Rosa era una española allí afincada. Cenamos bien y no hubo manera de librarse esa noche de que nos metiesen dos negritas en la habitación cuando subimos.

Esa noche salimos pues en comandita media docena, nos vino a buscar un taxi al muelle y nos llevó al puticlub de moda, el CasaRosa de marras, la tal Rosa era una española allí afincada. Cenamos bien y no hubo manera de librarse esa noche de que nos metiesen dos negritas en la habitación cuando subimos.

Y hubo que rematar la faena, aquellas no se iban sin hacer lo que habían ido a hacer, si no no había tema, así que aquella noche recuerdo dos cosas, las tres o cuatro duchas que nos dimos sin conseguir quitarnos la caló de encima y lo dura que tienen la piel las morenas, además de que follaban con la misma ilusión que un enterrador veterano hace su trabajo seis meses antes de jubilarse. Como tampoco yo tenía mayor entusiasmo fue el polvo mas larri de mi vida.

Al día siguiente era mi cumpleaños así que le convencí al primero de que me dejase el día libre nada más llegar al barco y bajé de nuevo, esta vez sólo, a pasar mi día de asueto conociendo un poco más aquél lugar.

Pronto aprendí a distinguir los negros exitosos, los que tenían algún trabajo en alguna compañía extranjera por su peluco que enseñaban con energía y por el paquete de tabaco rubio americano en el bolsillo de arriba de la camisa. Los que no tenían un paquete de Malboro ni reloj se veía que eran los parias sin oficio ni beneficio, la inmensa mayoría

Almorcé arroz con unas verduras extrañas y algo frito, no se si pescao carne o que era pero sabroso, en una casa que daba un menú sencillo, allí no había restaurantes como los conocemos, eran casas que se dedicaban a ello, una especie de menú del día.

Preguntando llegué a la central de teléfonos de la capital, donde tras media hora de espera y pelea conseguí hablar unos instantes antes de cortarse la comunicación, con un colega.

Luego callejee por los mercados y entablé conversación con un chavalote que me invitó a su casa.Vivia en un garaje y estuvimos oyendo reggae y fumando su yerba nigeriana un par de horas. Buena pero mucho cañamón.Dimos un voltio a tomar unas cervezas por unos sitios muy raros donde al menos simpre había un negro lleno de cadenas de oro mandando y mas tarde volví a bordo.

Perdieron los que habían apostado que no volvía entero. Pero al menos nadie tuvo el valor para decirme ni mú, empezaban a cogerme respeto.

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