-Es que llevamos tres años sin muertos, ¿no le parece que ya no hay terrorismo?
-Permítame ponerle una metáfora, alma cándida;
Una familia de desalmados se dedicó durante generaciones a violar y matar a los niños de su valle. Vivían en el monte, en un barranco impenetrable y bajaban cuando les apetecía asolar la comarca.
Eran muchos y fuertes, y el alguacil que sustituyó a sus antecesor asesinado, se limitaba a aconsejar medidas de autoprotección a los menores, pero poco más.
Como nadie quería saber nada de ellos, (les era muy difícil encontrar amigos y no digamos novias) apenas quedaban niños que matar y hasta algunos pretendían juntar la ayuda de varios pueblos para liberarse de la tiranía, comprendieron que por fin, deberían bajar del monte y cambiar aquello.
Pusieron un cartel en la entrada del pueblo, con un bonito título carmesí bien grande:"Proceso de PaZ", explicando que como no había niños que matar ya, habían decidido vivir en la aldea y "normalizarse".
En el pueblo, un pueblo casi de viejos pues apenas había niños, muchos acogieron con alivio el anuncio.
Pensaron; ¡por fin se integrarán y podremos tener nuestros niños sanos y salvos!
Otros, que valoraban también el alcance de la situación, advirtieron taciturnos: Si éstos bestias bajan al pueblo puede que dejen de matar niños, pero será en alguna otra cosa en lo que se emplerán y a fondo.
-¡Construyámonos juntos el futuro!- animaban los más enfebrecidos
-¿Creeis de verdad que esta gente va a cambiar y respetaros? aseveraban los críticos taciturnos...
Discutieron alrededor de las brasas hasta el alba cuando, la mayoría, cansada, acordaba ser generosos una vez más y cederles la casona de la crestería, erigida en el lugar del antiguo castillo, que habían reclamado los arrapiezos.
A la mañana siguiente y cuando ya habían salido del pueblo los pocos que no querían convivir con aquello, entraron los mataniños.
Durante días y noches sin cuento comieron y bebieron felices de ser lo que siempre habían querido ser...los dueños del lugar.
Luego, comenzó la "normalización"...
Cuentan que fueron meses, años asegura alguno, lo que les duraron aquellas gentes.
Desde los valles aledaños en días claros se oían los ayes, de vez en cuando. Nadie osó acercarse a la comarca.
La familia se fue de allí cuando no quedó nadie en quien satisfacerse.
O se comieron unos a otros, eso nunca quedó claro.
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