2/04/2009

No hay peor malvado que el que se finge virtuoso.

Mientras la Iglesia Católica condena como un abominable asesinato el caso de Eluana, la italiana en estado vegetal a la que condenan a un padecimiento interminable, a ella y a sus familiares que optan con mucho sufrimiento por acabar con ello, y los meapilas del gobierno de Berlusconi apoyan a los sumos sacerdotes que braman como posesos, los mismos fanáticos como el fundador de los legionarios de Cristo, modelo de cristiano con pedigri oficial hasta hace nada, tras una vida de pederastia y bigamia.

La doble moral, el cinismo y el engaño consciente reptan por quienes deciden erigirse en jueces de los demás, quieran o no, para condenar a los infiernos o a la hoguera si la tienen a mano a quienes ponen en sus objetivos de mira.

Que triste resulta que la deriva de la Iglesia sea hacia prohibir preservativos a la gente con Sida, convertir en infiernos en vida con la inestimable colaboración de las últimas tecnologías claro, si no de qué, las muertes naturales de cada vez más gente.
Reclamo mi derecho irrenunciable a morir cuando yo decida, no cuando decida un "Dios" batería de maquinitas muy poco religiosas, respiradores, sondas, perfusómetros, pulmones riñones, corazones artificiales, alimentación e hidratación artificiales, etc etc etc

La muerte digna es un derecho de las personas, nada que ver por supuesto con el asesinato de estado que vociferan como la misma cosa los fanáticos de la tortura mas insidiosa.

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