La separación existente entre la gente real y ese circo virtual en que han devenido los mass media resulta inquietante.
Los próximos cambios de gobierno se debaten por "profesionales" de los principales medios de comunicación en tertulias a la madrugada, en tertulias (59 sgs) a medio caballo entre la de aquél maravilloso "la Clave" y GH, y se ha convertido en habitual al informarnos de la actualidad en los telediarios, aunque estén presentados y dirigidos por trémulas féminas de apariencia virginal, colar imágenes casi subliminalmente, (suelen ser breves, de una violencia aterradora) de improviso y sin tener absolutamente nada que ver con lo anterior, sin comentario alguno del presentador. Esta mañana en la Tv1 ha aparecido una persona sentada en una cama, parecía que con las manos atadas, que intentaba soportar una lluvia certera de puñetazos en la cabeza sin ofrecer la más mínima resistencia. Estomagante. Informativos basura.
Conforman ese mundo de la "información" junto con los políticos, con su metalenguaje vacío y su argumentario tabernario, una amalgama repugnante, una iglesia huera y hueca revestida de oropeles, una realidad tan siniestra como esos "diálogos" parlamentarios en los que jamás se responde a la pregunta del opositor y siempre se recurre al insulto. Las respuestas de los gobernantes se parecen demasiado a la de déspotas, y tal parecen con sus trajes carísimos mientras escupen autosuficiencia y odio con modales de aristócratas del pasado. Y todo en nombre del "progreso", nuevo talismán que invoca los peores demonios.
Y en mi pueblo, los gobernantes, del PNV y de EA, discuten apoyos y tácticas políticas mientras pasan los días y se enfría el cadáver del último vecino asesinado, sobre si dejan de apoyar en sus cargos y mangoneos a los que han "ejecutado".
Y llevamos así cuarenta años.
¡Viva el progreso!
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