3/21/2009

La España deplorable (de Zapatero)

Mientras dentro del país la estrategia zapateriana de mirarse el ombligo y llamar enemigos de la humanidad a quienes no se pliegan a sus designios tiene muchos apoyos, los de quienes sacan tajada (mientras pueden, que hay que ver al PNV en el parlamento apoyando ahora las mociones del PP), en el exterior, en el mundo, donde no abundan tanto los estómagos agradecidos que deban aplaudir con las orejas a este gobierno socialista, las cosas están más claras.
Ante la penúltima espantada de nuestras tropas en Kosovo, el calificativo no puede ser más duro en términos diplomáticos, lo de España es deplorable”, más claro agua.
Con la espantada en Iraq Zapatero echó por tierra la labor, buena o mala, que el gobierno anterior había hecho apoyando sin fisuras la coalición internacional liderada por USA (¿por quién si no?) en su lucha contra el terrorismo y las dictaduras.
Jamás volvió a ser recibido en USA y el presidente español pasó a ser un apestado. Y con él los españoles.

Con el cambio en USA y el nuevo presidente moreno Zp se mostró feliz y encantado, ya no estaba Bush (Aznar) y el infeliz pensó que pelillos a la mar y todo olvidado. Ja.
Obama podrá tener otro perfil público que Bush, otra forma de hacer política, pero lo que no hará jamás, como Zp, es pretender darle la vuelta como un calcetín a todo lo hecho hasta ahora, ni es ni le dejarían serlo tan sectario, ruin y soez como este nieto de franquistas que borra de su disco duro mental parte de sus orígenes para adecuarlo a su programa de buenos y malos, que con chasquido de dedos se queda con el abuelo “rojo” mientras borra el otro nacional.

Ahora y ofreciéndonos otra muestra de su soberbia fruto de su inanidad mental, a Zp no se le ocurre otra cosa que montar otra espantada estilo Iraq, ahora en Kosovo, traicionando de nuevo a los aliados. Menuda forma de hacer amigos.
Le llamaban bambi cuando accedió al poder, y su programa se basó en el talante, suave y amable se suponía, frente al pretendidamente tosco y autoritario de Aznar. Pero dese el primer día ejerciéndolo dejo muy claro que tipo de talante iba a imponernos, el del demagogo acomplejado dedicado en cuerpo y alma a destruír todo lo edificado anteriormente.

En su segundo mandato y olvidado lo del talante bambiano, su estrategia electoral se basó en la trasparencia y la verdad frente a la mentira, utilizando miserablemente los 192 muertos para arrear con ellos a la oposición que ganaba de todas todas en las encuestas ( pese al recambio de líder, Aznar renunciaba a ser otro gobernante más de nuestro país apegado a la poltrona como un parásito a su presa. Un país de rémoras por cierto, en que en cada taifa electoral se perpetúan decenios y decenios los mandamases.)

“No nos merecemos un gobierno que mienta”, chillaban enardecidas sus bases mientras apedreaban sedes del PP.
Claro, al día siguiente con las elecciones ya ganadas de nuevo, Zp se dedicó con ahínco oriental a su deporte favorito, la mentira y la demagogia.

La mentira persistiendo entre otras cosas en su película de buenos y malos, de rojos y azules, de españas plurales frente a imperiales, imponiendo leyes a la memoria y la demagogia en toda y cada una de sus palabras.

Lo malo es que con la mentira y la demagogia se pierden los mejores aliados y se ganan a cambio los peores, esos tiranos estilo Chávez que te clavan el puñal por la espalda a la primera de cambio.

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