En él el filósofo nos aclara que desde luego, nada tiene que ver con el progreso los neonacionalismos que padecemos ni los totalitarismos de turno;
Nada hay de progresista en romper la igualdad legal o fiscal del Estado de Derecho ni en fórmulas de inmersión lingüística educativa y social que no sólo atropellan la lengua materna de los castellano hablantes sino que también amenazan la necesaria existencia de una lengua política común indispensable para el funcionamiento de una comunidad democrática plural.Sin embargo el fetiche del progreso es esgrimido sin pudor tanto por unos (los nacionalistas del rh y la bondad del tiro en la nuca) como por otros (los totalitaristas empeñados en convertirnos en mass media silente), de tal forma que quienes no les siguen la corriente son tachados de reaccionarios. Que bonito.
En esto de hacer tragar ruedas de molino la izquierda es el nº one, de eso no cabe duda.
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