8/28/2008

No tiene cura

A veces entran comentarios indignados en este blog señalando que lo que expongo, (que padecemos un nacionalismo enfermizo, mezcla de odio y victimismo barato que no nos lleva a nada bueno) no es la realidad que disfruta vasquilandia. La realidad según ellos es un país sano y democrático que tira para alante.

He de reconocer que paseando por nuestros pueblos se observa una normalidad aparente, (la gente no anda pegándose por la calle, aunque tampoco osa mentar la bicha y por consenso social nadie habla de política, o sea de gran parte de lo que ocurre a nuestro alrrededor), los bares están llenos y la vida sigue un curso aparentemente normal.
De acuerdo, no llegaremos a filetearnos a machetazos como en Ruanda, las migraciones de refugiados son discretas y no llaman la atención, no como las que ocurren en otras partes, como cuando los hutus masacraron a los tutsis o como en la ex yugoeslavia entre servios, croatas y bosnios, o en Chechenia, o en Chad y Sudán con campos de mujeres y niños supervivientes aterrorizados, ahí no puedo sino darles la razón. Somos un país desarrollado de estómagos llenos y las pautas son otras, mucho más light. Pero el esquema de funcionamiemto ideológico es similar, mal que nos pese. La prédica constante del odio, aliñado de metalenguajes tipo paz o libertad.

Y también es cierto que el "proceso", esa suerte de fragmentación territorial basada en una historia manipulada con sus medios vertiendo día si y día también su mensaje es imparable, toda vez que prevalece en el consenso social al que llaman progreso, basado en el diálogo.

"Nosotros estamos para mantener la paz, no para imponerla", decía un coronel de la ONU cuando ahuecaba el ala en un hotel/campo de refugiados asediado por los interhawe, abandonándolos a una muerte segura, en una película sobre las masacres de Ruanda que veía ayer.

Es lo que hay. Y habrá más.

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