He visto a los mejores de mi generación abriendo sus mente hasta quemarse a lo bonzo, reptando puño en alto mientras respiraban cocacola.
Buscando un lugar en el universo, sin sitio alguno en que ubicarse, autoafirmándose en la negación, no siendo lo que se es, siendo lo que se quiere ser sin serlo.
Furiosos derribadores de estatuas, iconoclastas vocacionales, adorando al final los pedestales vacíos a través de monitores.
Pacifistas que guerrean, ecologistas contaminantes, el monopolio de los medios todo lo embalsama. Socialismos nacionales, izquierdas totalitarias, nacionalismos sociales, no hay nada nuevo bajo el sol excepto la negación del holocausto.
Sociedades enfermas, esquizofrenia del tercer milenio. El karma metafísico nos aplasta mientras pervertimos el lenguaje intentado escapar de nosotros mismos. Los asesinos mártires son aclamados por multitudes consumistas entre mueras al sistema con cien mil watios de luz y sonido. Menopaúsicos adoptantes compran niños jugando a ser dioses, llegará el día que les pidan cuentas los fantasmas que han creado.
Todo está en el escaparate, la alegría, la aceptación social, el placer y la ausencia de sufrimiento, la meditación y el recogimiento, las emociones y el éxtasis, sublimes zoombies electrónicos anoréxicos conectados a la gran central de GH.Se compran los pechos y los culos, la ética convertida en estética, a la última moda, la androfagia, mientras compramos los hijos en China o sudamérica a los que renunciamos por principios europeos.
2 comentarios:
¿Nos hemos levantado optimistas,o es el viento sur?
Esto lo escribí tras un concierto metal gordo que hubo en el pueblo. Uno de los grupos tenía una pantalla gigante con una peli en el escenario, a un ritmo trepidante iban desfilando imágenes tipo bombas, niñas vietnamitas con la piel colgando, militares, Regan, mas bombas nucleares, y en ese plan. Al final salía Ben Laden y la gente, uniformada de negro aclamaba enfervevorecida, al ritmo de la música. Vomitivo.
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